Psicólogo adulto Descubre Como, No Relacionarse De Una Manera Sana Con Los Demás, Genera Daños A La Salud Y Los Diferentes Aspectos En La Vida

El estrés es uno de los primeros factores que suelen aparecer cuando no se tienen buenas y positivas relaciones interpersonales, dado que el cuerpo, la mente y las emociones de quienes se encuentran en constante conflicto, están en modo de alteración prolongada y reiterada, lo que termina o decanta en un estado de alerta frecuente, convirtiéndolos en personas altamente irascibles y absolutamente irritables, las cuales pueden experimentar en su existencia una constante riña o discusión con las personas que hacen parte de su vida. 

Ahora bien, es necesario indicar que, cuando una persona experimenta ciertos episodios de ira, inconformidad, mal humor, o sencillamente discute con alguien con quien se encuentra en desacuerdo, llega a experimentar una serie de factores de alteración a nivel de su sistema celular, hormonal, respiratorio, cardiaco, sensorial y demás elementos que pueden llegarse a alterar porque evidentemente su cuerpo está respondiendo a factores de alerta y amenaza en su sistema. 

Lo cual es completamente normal, dado que a su vez es experimentado por todas las personas que interactúan con sus semejantes, el problema es cuando la constante es la alteración y la mala relación que se tiene con todas las personas que hacen parte de los diferentes escenarios de la cotidianidad, puesto que su cuerpo y sistema tienen que lidiar con una alteración, ahora sí, anómala todo el tiempo, lo que lleva a su organismo a enfrentar niveles de estrés superiores y constantes que evidentemente terminan en deteriorar su cuerpo salud y mente.  

Donde uno de los primeros síntomas que aparece en dicho cuadro es el estrés dañoso, y es que, es altamente perjudicial en razón de que, el sistema corpóreo de una persona que no sabe cómo relacionarse con los demás de una manera sana, comienza a sentir, con ocasión del estado constante de relacionarse negativamente con los demás, un estrés constante, lo cual genera una continua sensación en su sistema de amenaza y alerta, donde los síntomas comienzan con una respiración, inusualmente acelerada para el resto de las personas, pero para quien lo experimenta con frecuencia, es casi que un estado “natural”. 

Dicha respiración acelerada, lleva el ritmo cardiaco a una alteración constante, puesto que el cerebro lo percibe como una persistente alerta de amenaza, dando lugar a la clásica respuesta interna de huir o pelear, y es que, cuando el cerebro percibe una amenaza, en respuesta, todo el sistema comienza a experimentar alteraciones, dado que, es como, sí se activara un interruptor, donde los nervios colocan todo el sistema en una sobre carga, lo cual libera una avalancha de hormonas en el torrente sanguíneo, generando respiración acelerada, el corazón palpita mucho más rápido de lo que el sistema corporal en estado de relajación o natural lo indica, acelerando de este modo todo cuanto compone el circuito del estrés. 

Y es en este punto donde converge la diferencia entre una persona que logra relacionarse de manera beneficiosa y a la vez óptima con sus semejantes, de quien evidentemente se mantiene en estado de alerta, ello en razón de las malas relaciones que sostiene a su alrededor, dado que, al no apagarse o cesar el estado de estrés, sino que, por el contrario, ello se convierte en una constante, la hormona del cortisol sigue fluyendo, y el circuito de huida o pelea claramente no se apaga por completo, lo que provoca con el tiempo un desgaste sistemático, decantando en presión elevada, un sistema inmune fallido y altos niveles de azúcar en sangre, incrementando de esta manera el riesgo de sufrir enfermedades mortales. 

Es de resaltar que los pensamientos y los sentimientos también pueden llegar a alterar todo el circuito arriba detallado, dado que el sistema de huida y pelea no solo responde a los estímulos exteriores, lo que evidentemente en una persona constantemente alterada puede generar graves daños, y es que cuando el cerebro activa el botón de pánico envía al cuerpo la información de prepararse para un ataque, generando un estado de presión. 

Para lo cual todo el sistema responde anticipando heridas, las arterias se estrechan, lo que restringe el flujo de sangre al núcleo, y con menos sangre en el cerebro y músculos, la fuerza comienza a debilitarse, en dicho momento, lo que evidencia alteraciones delicadas en personas que lo adoptan en sus vidas como una constante.